La exposición del edificio a los agentes atmosféricos y las condiciones de uso a las que está sometido provocan una alteración en el equilibrio del sistema “cerramiento exterior-yeso-revestimiento de acabado”. Este fenómeno genera el deterioro, la desintegración y la pérdida de las características mecánicas del revestimiento, impidiendo el mantenimiento de sus propiedades estáticas y funcionales.Las desintegraciones y deterioros también pueden deberse a solicitaciones mecánicas, directas o indirectas, que dependen en gran medida de la humedad presente en los muros, ya sea de origen externo (agua de lluvia) o interno (difusión del vapor). Estas situaciones provocan cambios de estado y microvariaciones de volumen (ciclo de hielo-deshielo), así como fenómenos químicos y electroquímicos (eflorescencias, oxidaciones, incompatibilidades químicas) que, en última instancia, pueden derivar en patologías físicas (lavados, fisuraciones capilares, grietas, abombamientos, erosión mecánica, desprendimientos, desintegración) y biofísicas (moho, algas y corrosión).